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El mérito es una mierda

En los últimos días tomó lugar en la discusión pública un tema que se torna sensible en el seno de la sociedad, de repente nos encontramos debatiendo la importancia del mérito en la vida de las personas.

06/10/2025

Por Daniel Cassano

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Hoy por la mañana escuchando radio comentaron que una legisladora oficialista presentó un proyecto de ley de reforma laboral que contiene que en las paritarias se tendrá en cuenta el mérito, esa referencia me recordó algo que había escrito hace tiempo (11/2020), que es lo que sigue a continuación


El mérito es una mierda


En los últimos días tomó lugar en la discusión pública un tema que se torna sensible en el seno de la sociedad, de repente nos encontramos debatiendo la importancia del mérito en la vida de las personas.

En principio, pareciera que este debate apunta a marcar la distinción entre aquellos “planeros”, “vagos que les dan todo” frente a aquellos que enarbolan frases como “a mí nadie me dio nada” , “todo lo hice solo” y en caso que la discusión tenga connotaciones más políticas será entre aquellos que entienden que “los políticos que viven del estado”, “con la nuestra hacen esas cosas” y “nunca trabajaron” frente a “los que saben”, “que la hicieron” y “manejan la suya y pueden hacer lo que quieran”.

Desde que se instaló esta idea del mérito y la meritocracia parece que es necesario desentrañar de manera crítica qué está implicado en este debate, es de destacar que resulta difícil pararse y salir del sentido común y del abordaje ramplón de la cuestión. Para esto es necesario realizar la operación de correr los límites impuestos por el pensamiento dominante y visualizar las relaciones involucradas entre los distintos conceptos que nos permitan comprender la realidad social, que es inasible desde esquemas simplificadores y deterministas.

La primera aproximación es recurrir al significado de los términos involucrados y para esto es suficiente cualquier diccionario para esclarecerlo.  Así mérito será:  Derecho a recibir reconocimiento por algo que uno ha hecho;  Valor o importancia que tiene una cosa o una persona; o Acción, cualidad o circunstancia que hace merecer algo.

Esto ya permite entender algo, que el mérito requiere de otro que reconoce, da valor o importancia o nos da algo a cambio; y aquí radica una de las trampas de esta discusión que es quién define ese mérito. Algunos ejemplos posibles: en el ámbito laboral cual será el trabajador meritorio, aquel que acepta las condiciones laborales sin procurar mejorarlas, que no cuestiona el salario que ofrece el empleador, que no se agrupa o aquel que promueve la organización y se comporta de manera solidaria y se preocupa por lo que sucede en su lugar de trabajo y con sus compañeros. Igual en el ámbito educativo (de educación bancarizada) el estudiante meritorio será el rebelde que pregunta y cuestiona, que busca indagar más o aquel que acata, cumple estrictamente su tarea y no genera “molestias” al docente, iguales ejemplos podemos buscar en lo profesional, y en otros aspectos de la vida social. En suma, llevándolo al extremo, desde la perspectiva del poder el esclavo con más mérito será aquel más sumiso y más adaptado a la dominación.

Poner el foco en el mérito anula el rechazo o la resistencia a situaciones injustas y coloca en situación de satisfacer el deseo de quien define “el mérito” y moldea subjetividades dóciles que terminan siendo más manipulables por el poder.

Esto pone en segundo plano la idea de esfuerzo, como actitud necesaria para acceder a metas personal y socialmente valiosas, y desplaza la consecución del logro personal o en favor de un grupo a satisfacer el deseo del otro, que es quien otorga mérito a lo logrado. Ese otro será -el jefe, el maestro, un personaje divino- quien reconozca que ese mérito encuadra en el deber ser deseable y otorgará el reconocimiento, la recompensa, el premio. 

La idea del mérito y la meritocracia ha modelado durante mucho tiempo los procesos de aprendizaje. Así, el mérito es un elemento disciplinador que tiene como efecto bloquear el desarrollo de un pensamiento crítico y creativo, y como resultado la obtención del mérito será la repetición más fidedigna de aquello que plantea el docente.

Si precisamos un poco más el enfoque, cuál sería el término antagónico que permitiría desvelar con más precisión qué esconde esta apelación al mérito. En este punto, entra a tallar el enfoque de derechos, como construcción social, lograda a través del esfuerzo y la lucha y surgida del reconocimiento de circunstancias que son inherentes a la persona humana.  En parte, eso explicaría que se trata de un vocablo inexistente en el vocabulario de los representantes del neoliberalismo. 

Está claro que aquellos que apelan a la noción de mérito y se consideran parte de la “meritocracia”, es porque desde su posición de poder les son propios, a la vez esta posición les permite establecer los méritos que deben cumplir “los otros” para acceder a los beneficios que ellos mismos consideran para aquellos que los cumplen. Un ejemplo puede ser el del “buen pobre” que debe caracterizarse por ser honesto, trabajador, educado, respetuoso, y un sinnúmero más que no se exigen a aquellos que provienen de sectores acomodados.

Por último, valorar el esfuerzo y los proyectos de aquellas personas que buscan mejorar sus condiciones de vida y concretar sus proyectos luchando contra la falta de oportunidades y sin ser considerados en la meritocracia.