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Manteca, cañones y Trump: El dilema europeo en la geopolítica global
La reciente postura de Donald Trump plantea un desafío estructural para los Estados europeos y una amenaza estratégica para la estabilidad del bloque atlantista.
28/11/2024
Por Luis Gotte

La reciente postura de Donald Trump, marcada por su insistente demanda de que Europa oxidental aumente significativamente sus aportes a la OTAN, plantea un desafío estructural para los Estados europeos y una amenaza estratégica para la estabilidad del bloque atlantista. Trump, con su visión transaccional de la política, ha dejado claro su desinterés por financiar la defensa europea y su intención de desmantelar la dependencia militar que la región mantiene con Gringolandia. Este repliegue de Washington no solo reconfigura la dinámica de poder transatlántico, sino que también cuestiona los valores multilaterales que alguna vez cimentaron dicha alianza.
El dilema de las prioridades: "Manteca o cañones"
Incrementar el gasto en defensa no es solo una exigencia económica; implica una transformación profunda en las prioridades políticas de Europa. En un contexto marcado por economías debilitadas y crecientes tensiones sociales, destinar mayores recursos al presupuesto militar significará relegar áreas esenciales como la educación, la salud pública y la infraestructura. Este es el eterno dilema entre "manteca y cañones", donde la seguridad bélica compite directamente con el bienestar social de la población.
La OTAN bajo presión
La estrategia de Trump busca condicionar el apoyo gringo a la OTAN, exigiendo que los países europeos cumplan estrictas metas presupuestarias militares. Esto coloca a Europa en una encrucijada geopolítica: asumir un rol más autónomo en su defensa o perpetuar su subordinación estratégica. Sin embargo, esta exigencia no solo exacerba las tensiones entre los gringos y Europa, sino que también pone al descubierto las divisiones internas del continente.
Mientras economías como Alemania y Francia podrían liderar un esfuerzo de militarización, los Estados más pequeños y vulnerables temen que esto genere un desbalance de poder. A su vez, esta dinámica podría reactivar tensiones históricas entre el Este y el Oeste europeo, agravando fracturas que la estabilidad de posguerra había amortiguado.
Una relación en deterioro
La desvinculación gradual de Washington alimenta en Europa una sensación de incertidumbre y traición. Paradójicamente, Trump, más que cualquier adversario externo desde la Guerra Fría, representa una amenaza para la cohesión interna de Europa occidental. Esto abre interrogantes críticos: ¿podrá Europa consolidarse como un bloque regional independiente que priorice el desarrollo económico, social y educativo por sobre la militarización? ¿Buscará establecer nuevas relaciones con Rusia para garantizar recursos energéticos y alimentarios? ¿O intentará una nueva estrategia, más extrema y radical, que mantenga su statu quo?
El desafío de neutralizar a Trump
Europa enfrenta un desafío existencial: mitigar la influencia de Trump en su política interna y externa. Esto no se limita a una estrategia diplomática, sino que requiere decisiones radicales y alianzas estratégicas con sectores clave de poder en Gringolandia, como la industria armamentista, los contratistas de defensa y el Pentágono. La permanencia de Trump como figura influyente en la política gringa es incompatible con la necesidad de una Europa equilibrada y segura. ¿Estaremos ante un nuevo JFK?
Una oportunidad para América Hispana
Mientras la relación transatlántica se tensiona, América Hispana podría aprovechar esta coyuntura. La reorganización como un bloque político-económico, al estilo de la Confederación de países del Sahel, podría posicionar a la región como un socio comercial estratégico para Europa. Este vínculo permitiría el intercambio de recursos, tecnologías y experiencias que impulsaran el desarrollo de los pueblos hispanoamericanos, hoy golpeados por la despoblación y la dependencia estructural.
En el juego de poder global, la redefinición de alianzas no es solo una necesidad para Europa, sino también una oportunidad para que América Hispana construya su propia autonomía y fuerza estratégica.
Luis Gotte