COLUMNISTAS
Los pueblos bonaerenses: producir e innovar
Ya van alrededor de treinta ciudades cabeceras recorridas en la provincia de los bonaerenses y confieso que cada vez me resulta más difícil partir.
03/10/2025
Por Luis Gotte
Ya van alrededor de treinta ciudades cabeceras recorridas en la provincia de los bonaerenses y confieso que cada vez me resulta más difícil partir. No hablo de un paraíso ni de un Jardín del Edén, pero sí de una experiencia profundamente humana: la bonhomía de su gente, la amabilidad de un saludo, el mate compartido en la vereda, la disposición a detenerse y brindar tiempo a un desconocido que pregunta por un lugar o por la historia de su comunidad. Es un rasgo cultural que permanece intacto a pesar de los vaivenes económicos y políticos: la calidad humana de nuestros pueblos. Esa calidez es, quizás, uno de los capitales invisibles más poderosos de la provincia de los bonaerenses, un capital que no se mide en estadísticas pero que sostiene el entramado social.
En este recorrido que ya llevan 75 días por nuestra región surera, lo que también me ha impresionado es la infraestructura edilicia. Enormes edificios levantados a fines del S.XIX y principios del XX, testigos de una época en la que estos pueblos nacieron para ser grandes, para proyectarse como ciudades pujantes. Sin embargo, la historia no cumplió esa promesa. El tiempo, las crisis y las decisiones políticas en democracia los dejaron a medio camino, encerrados en una burbuja retardataria que los dirigentes locales y provinciales parecen haber reforzado, al tratarlos como simples mesas electorales. La grandeza arquitectónica se convierte así en una metáfora: los pueblos que soñaron con crecer quedaron detenidos en el tiempo, a la espera de un proyecto que los reintegre a la trama del desarrollo provincial.
Es urgente recuperar aquella energía inicial, pero esta vez con un enfoque acorde a nuestro tiempo. El verbo que debe articular la vida del hombre y su comunidad hoy no es sólo poblar ni trabajar: es producir e innovar.
La provincia de Buenos Ayres necesita que cada uno de sus pueblos se piense como engranaje de un sistema regionalista, donde municipios integrados en redes productivas y logísticas puedan sumar su fuerza al conjunto. Innovar y producir no son consignas abstractas:son las herramientas inmediatas para que nuestras comunidades dejen de ser periferias pasivas y se conviertan en nodos activos de desarrollo. La producción como acto creador y la innovación como motor de transformación: he aquí la clave de un futuro que no será dado, sino construido entre todos los bonaerenses.