La ruta de la droga es la ruta el dinero

No hablamos solo de sustancias ilegales que atraviesan fronteras y territorios, sino de un entramado económico que mueve fortunas y que penetra en las fibras más sensibles de los gobiernos. La droga es el punto de partida, pero el verdadero negocio es el dinero que genera y el poder que compra.

Esa ruta no se detiene en los márgenes del delito: se incrusta en bancos, en paraísos fiscales, en campañas políticas, en contratos públicos. La frontera entre el crimen organizado y la “legalidad” se difumina, porque lo que manda es la circulación de capitales, no la ética ni la ley.

Si no se corta la ruta del dinero, la droga seguirá siendo inagotable. No se trata de perseguir a los últimos eslabones de la cadena, sino de atacar el corazón financiero que la sostiene. Allí está la verdadera batalla: no contra los pobres que consumen, sino contra los poderosos que lavan, blanquean y transforman el veneno en influencia y poder.